Según la leyenda de los ovnis, un navío espacial extraterrestre se estrelló en Nuevo México en los últimos días de julio de 1947. Desde Entonces hasta hoy nada más se ha podido saber, de manera directa y Clara, este extraño suceso, las huellas “incidente” no han podido borrarse del todo, pese al interés que la omnipresente C.I.A., ha tenido y los medios que ha empleado para hacer desaparecer este extraño caso de la luz pública, con el amigo pretexto de que este silencio no obedecía sino a razones de “seguridad nacional”.

Pero hay otra cosa mucho más inquietante, triosa y, en cierto modo, terrible. En aquel objeto volante no se lo encontraron extraños materiales y no menos extrañas mecanismo sino, y esto es lo más perturbador, seres que si no podemos llamar humanos sí, al menos, humanoides. ¡Aquel ovni estaba tripulado por unos extraños seres!

Después de que los restos del objeto volante y sus misteriosos pasajeros fueron cuidadosamente y retirados del lugar y llevados a sitio seguro, nadie nunca más volvió a saber de aquellos hechos.

Sin embargo, hubo testigos, y varios, confirmaron la existencia de aquel ovni y de sus tripulantes. Hasta se llegó a decir y con ciertos firmes bases, que aquél general Eisenhower, por aquel entonces presidente de los Estados Unidos, había tenido un especial interés en el caso y se había trasladado a directo a la base donde se conservan ocultos los restos de ovni y de su tripulación.

Charles Berlitz, autor del mundialmente famoso best-seller “El triángulo de las Berumdas” y de otros libros de enorme éxito y su colaborador William L. Moore, que escribió en colaboración con Berlitz “El misterio de Filadelfia”, han rastreado todas las pistas posibles e imaginables para dar con una solución a este enigma, que el paso del tiempo en vez de aclarar no hace sino oscurecer y enturbiar aún más.